Ser tu propio jefe: una idea con las que muchas personas fantasean, pero que no siempre se pueden concretar. Claro, no es para menos: cuando uno empieza a pensar en la lista de responsabilidades que implica, hay quienes prefieren dar marcha atrás. Esa es una de las diferencias fundamentales del espíritu del emprendedor. Ahora bien, ¿de qué se trata? ¿En qué consiste?
Te explicamos qué es un emprendimiento
Un emprendimiento es un negocio que surge a partir de una persona o grupo de personas que tienen un espíritu inquieto, que buscan poner en juego su creatividad y ven la oportunidad de ofrecer una solución diferente a una necesidad existente, asumiendo diferentes riesgos.
Hasta aquí, ninguna de las palabras elegidas para elaborar la definición es azarosa pues emprender es eso: creatividad, oportunidad, riesgo.
Por otro lado, los emprendimientos no están limitados únicamente al ámbito lucrativo o de negocio. Pueden ser:
- De tipo social: está más enfocado en resolver problemas o necesidades de la comunidad.
- Tipo cultural: orientado a promover y difundir la actividad artística y cultural, a través de diferentes disciplinas.
- De tipo empresarial o comercial: es el que más se conoce, ya que está basado en una idea de negocio, con el objetivo de producir ingresos.
A partir de estas tres grandes categorías, posteriormente surgieron otras, como los emprendimientos tecnológicos, que están en tendencia hoy en día y que se dedican a la creación de soluciones tecnológicas y de software.
¿Qué no es un emprendimiento?
Tener un emprendimiento no quiere decir que una persona empieza a llevar una vida sencilla y que al ser su propio jefe, se levanta a las 11 de la mañana. Un emprendimiento implica tomar contacto no sólo con aquella idea creativa que queremos llevar a cabo, sino también iniciar trámites y gestión de documentos, planificar y empezar a hablar de otros temas que ni sabíamos que existían.
¿Por qué fracasan los emprendimientos?
Hoy en día, existen diferentes organizaciones que se dedican a incubar emprendimientos, es decir acompañarlos mediante asesoramiento en la primera etapa de desarrollo del mismo.
Estas entidades también se ocupan de hacer análisis acerca del curso de su evolución para detectar aquellas causas que contribuyen a su éxito o fracaso. Entre las causas de fracaso o que ponen en peligro el negocio son muy comunes la informalidad de los procesos y la falta de incorporación de tecnología.
Respecto a la informalidad, lo que sucede es que muchos asuntos se resuelven de palabra y no tienen un registro, por lo que después se complican los pagos, cobros y el flujo contable de la empresa, entre otras cosas.
Y en cuanto a la tecnología, el caso es muy similar al punto anterior: la inversión está puesta en materia prima, en las instalaciones, en marketing y el personal. Pocos piensan en la forma de optimizar operaciones que mejoren la calidad del servicio o permiten resolver en menos tiempo algunas actividades indispensables. En este sentido, el aspecto contable y financiero suele ser de los más importantes, y al mismo tiempo, uno de los más difíciles.
Para eso, los especialistas recomiendan la contratación de algún software de contabilidad y administración, como Quickbooks, que permita ordenar el flujo económico de la empresa y tener en el radar cuándo se recuperó la inversión inicial y cuándo empiezan a verse las primeras ganancias.